La cultura musical peruana

martes, 3 de marzo de 2009

Bis

Llevo tiempo queriendo escribir una entrada residual, para que algunos de los que os habeis quedado en la otra punta sigais sabiendo algo de mi, pero lo cierto es que me comunico bastante con vosotros por email. Voya contar lo que fue mi regreso y los duros primeros días.

La vuelta fue un grandísimo caos. Empezó ya mal, porque por algún error que se ve que tuvo la mujer de la agencia que me vendió el billete, resultaba que no tenía derecho a los kilos que ella me dijo. Como evidentemente me pasaba me tocó pagar el recargo de $50 que no me hizo ninguna gracia.

Luego tomé el primer vuelo de Guatemala a Houston. El vuelo fue tranquilo y conocí a Neto. Era un chico que había estudiado bellas artes, pero que trabajaba con su padre en una ONG que su padre había fundado. Un tipo peculiar con ideas muy interesantes. Me hizo el viaje muy ameno hablando de todo aquello que poco a poco iba dejando atrás.

En esos momentos no me daba cuenta de que de verdad iba a tardar un largo tiempo en volver. Para mi era como si me fuera a ver a la familia y luego fuera a volver. Con el tiempo en Valencia he comenzado a asumir que tardaré un tiempito en volver...

En Houston me pasé buena parte de mi estancia (tenía 5 horas entre vuelo y vuelo) con Neto. Se conocía todo el aeropuerto y me dió una visita turística. Trenecito para arriba, trenecito para abajo llegamos hasta a la zona de los militares. También me enseñó unos teléfonos de cortesía de Continental Airlines que te permiten llamar a cualquier lugar de manera gratuita para decr a la gente que te espera si te han retrasado el vuelo. Una grandísima idea que aproveché aunque en ese momento no había retraso.

Aproveché para llamar a mi madre, llamada que casi le cuesta una bonita multa por ir hablando por teléfono y manejando. Luego estuve leyendo un rato, ya que Neto ya había agarrado su vuelo y finalmente me puse a buscar mi vuelo en las pantallas. Descubrí que se había retrasado una hora y media y por lo tanto perdía el siguiente vuelo a Valencia.

Me fui corriendo al mostrador de Air France y pregunté si había alguna solución. La chica que me atendió tenía cara de latina y nombre de latina pero yo me aventuré a hablarle en inglés. Es parte de mi teoría de que si estoy en un país que no es el mío debo presuponer que no hablan castellano. La chica evidentemente se dió cuenta enseguida de yo no era gringo. No por mi inglés, que según dicen por ahí es bueno, si no porque no era muy fluido. Al final cuando vio donde terminaba mi vuelo intuyó de donde era y me empezó a hablar castellano.

Al final me hicieron la de Willie Fog. De Houston a Amsterdam, de Amsterdam a Barcelona y de Barcelona a Valencia. Para colmo el vuelo a Amsterdam salía 10 minutos después de que me dieran el billete por lo que no pude volver a los preciosos teléfonos de Continental para avisar. Mandé un mensajito y me subí al avión.

El avión no voy a decir que fuera malo, pero si era muchísimo peor que con el que crucé el Atlántico a la ida. Los asientos no eran tan cómodos y las teles no eran individuales... menudo lujo el de la ida. Para colmo las películas sólo estaban en versión original y dobladas al holandés. Como mi holandés leído no es como desearía tenía que intentar pillar las cosas en inglés. Me vi un par de capítulos de "Los Simpson" y de "Me llamo Earl". No fue mal, lo entendía bastante bien, pero pasada una hora y media ya no tenía ganas de seguir concentrado mientras veía la tele, acto que habitualmente es algo más placentero.

Leyendo, durmiendo un poco y escuchando música llegamos a Amsterdam. Menuda diferencia de aeropuerto. Aquí no había que hacer colas interminables para que te preguntaran cosas como "¿Tú qué hacías en Guatemala?" o te sacaran fotos por si en un futuro cometías un delito. Aquí era todo bastante diferente. Gente bastante amable, pese a haber nacido en España y la teoría de Mocholo sobre el odio de los holandeses a este tipo de gente... Pero lo que más me impactó fueron las bandejas para pasar las pertenencias por el scanner. ¡Eran de colores! Después de venir del creativo e imagintivo estado de Texas, donde lo más bonito que tenían era una cabeza de algún animal colgada en el bar, me encuentro ésto que parece que no pero me sacó una sonrisa.

No pasé mucho tiempo en ese país. Menos mal, porque el clima aquel deprime al más alegre. Entiendo las bandejas de colores, por algún lado tendrán que animarse. En seguida agarré mi vuelo a Barcelona. Que extraño era, después de cuatro meses y medio iba a pisar suelo de España, sin contar el de la embajada en Guate claro.

El vuelo a Barcelona cortito. Nada más bajar lo primero encendí el teléfono de aquí y llamé para confirmar que todo iba bien y decir la hora a la que llegaría. Tenía casi tres horas, pero viajaba con Iberia y ellos se encargarían de que no fueran tranquilas.

Estaba leyendo en la puerta de embarque cuando me llama un teléfono desconocido. Por lo visto mi maleta estaba en la cinta del vuelo de Amsterdam porque había perdido la etiqueta. Me fui corriendo a la chica de información y le comenté mi problems. En teoría tenía que volver a facturarla, pero si lo hacía seguramente perdería el siguiente vuelo y a saber cuándo salía de Barcelona. No sé si fue la cara de cansado, las pintas, el olor que desprendía, los km del viaje, o las 24h de viaje seguido, pero la chica se apiadó de mi. Llamó a una conocida que tenía en facturación y consiguieron facturarla sin que yo saliera y me dijo que estaba todo arreglado, que no me preocupara. Yo le di mil gracias porque no os imaginais las ganas que tenía de llegar ya a un sitio del que no me fuera a mover. Conseguí tomar el avión y poner rumbo a Valencia, por fin!

A todo esto en la puerta de embarque me percaté que todos los que volaban conmigo eran italianos. No sé si sería el día de "si eres italiano vuela gratis con Iberia hoy" pero encima no viajaban juntos en plan congreso porque no se conocían entre ellos.

El avión era chiquito, de los de hélices. Daba lo mismo, con llegar de una vez por todas. La pobre chica italiana que llevaba al lado debía de estar cagándose en todo, porque a esas alturas, iba camino de las 26h de viaje, mi olor corporal no era muy agradable.

Después de una horita de vuelo por la costa, muy bonitas vistas por cierto, llegamos por fin a Valencia. No me había ido mucho tiempo pero aún así veía diferencias. Por el puente del jamonero ya pasaban coches y justo abajo habían empezado a construir unos de esos monstruos megalíticos que tanto nos gustan aquí para aparentar que vivimos en una ciudad fantástica cuando luego no te puedes ni permitir viajar en metro. Por lo que oí luego es una pista de tenis para albergar algún open o algo así. No tengo mucha idea pero en Valencia ya sabeis, "sempre lo millos de lo millor". Se que está mal dicho en Valenciano, pero es seguramente como lo diría cualquier políticucho.

Al llegar me encontré la última sorpresa. Ninguna de mis dos maletas había llegado... Pero ahora ya me daba igual. Aunque tuviera que salir a la calle en calzoncillos al día siguiente, ya se habían terminado mis 26h de viaje.

Al salir me encontré una comitiva que para nada me esperaba. Estaban mis padres y mi hermana, pero además estaba Sara, Jorge, Tomás, Lucía y Mocholo. ¡Encima llevaban pancartas! Como os podeis imaginar los que le conozcais siendo la pancarta de Jorge, tampoco se podía esperar mucho más. Lo que cuenta es la intención y lo pobre se esfuerza, aunque no lo parezca...


























Lo primero fue tomarme una cerveza decente con gente a la que tanto había extrañado estos meses y luego ir a casa a ducharme visto mi olor y mi cara de zombie. La maleta apareció esa tarde a las 7 y la otra la trajeron a casa al día siguiente.





La primera semana fue fantástica. Reencuentros y muchas caras a las que echaba de menos. En esos momentos embriagado con el cariño de los reencuentros no te das cuenta de todo lo que dejas. La gente, el país el trabajo, la vida...

La siguiente semana ya fue más dura. Fue un tortazo con la realidad. Empezar a asumir que mi vida había cambiado radicalmente en cuestión de horas. Volver a ver las caras que tanto me deprime ver en el mismo lugar año tras año. Asumir que dejaba un trabajo que me apasionaba para volver a estudiar una carrera que cada vez me desmotiva más. Fue una semana dura y para colmo me enteré que la semana siguiente ya tenía mi primer examen.

Era mi prueba de fuego. Necesitaba aprobarlo para motivarme un poco. Como no era una asignatura que ya me había estudiado antes y eso siempre desmotiva, pero vi que las cosas no tenían porque ir mal. Estudiar y ver que entendía cosas, unido a mis ganas de volver a irme y por lo tanto la necesidad de terminar ya, me fue motivando poco a poco. La conclusión fue que el examen no salió tan mal. Aún no sé la nota pero tengo confianza en haberla aprobado.

Y hasta aquí mi vida. La vuelta a la realidad del sueño que fue Guatemala. El proyecto cada vez toma mejor forma y es una de las cosas que más me motivan. Tengo un montón de ganas de meterme a tope con él y recordar tantos grandes momentos allá con esa gente que quedaron en la otra punta. La oficina, los viajes, Xela y la gente con la que compartí esos lugares. Ojalá no tarde mucho en volver.

Aunque hablo bastante con vosotros, cuesta olvidaros. ¡Un abrazo a todos!

PD: Dejo una encuesta para que digais si debo seguir escribiendo o cerrar el blog hasta que me vaya a otro lugar. Vosotros decidís. Se aceptan también email y comentarios, pero participad en la encuesta.