La cultura musical peruana

domingo, 1 de noviembre de 2015

Iquitos

Antes de empezar con este post, procede disculparme por no haber escrito en mucho tiempo. La llagada fue frenética, con los dos viajes que en los próximos blogs contaré y con mucho trabajo a la vuelta en Lima. A eso se unió un largo período sin internet en casa. Todo excusas, pero que en cierto modo justifican el retraso en estas publicaciones. 
 
Dicho esto, las cosas han ido rápidas con el proyecto y ya he tenido la suerte de visitar los dos emprendimientos en los que trabajará el proyecto. Como ya conté en la entrada anterior, el proyecto está casi arrancando y tengo la suerte de estar en toda la fase de diseño.

El proyecto en el que estoy participando busca investigar los beneficios que pueden tener las energías renovables y las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) en el ecoturismo comunitario. El proyecto se ha realizado ya en Bolivia, con dos proyectos piloto demostrativos, y queda por implementarse en Perú y Ecuador. 

Para obtener los estudios de caso, el proyecto está financiando instalaciones en pequeños ecoalbergues comunitarios en áreas protegidas, dos de los cuales ya se habían identificado cuando llegué a Perú; uno ubicado en la reserva Pacaya Samiria, en la región de Loreto, y el otro en el Parque Nacional del Manu, en la región de Madre de Dios. Es del viaje al primero del que hablo en esta entrada. 

Así pues, una vez coordinados con el emprendimiento, nos pusimos de camino hacia Iquitos, desde donde empezaría el viaje. Nos pusimos en contacto con el ecoalbergue a través del gerente del emprendimiento, Linorio, y a través de un chico de Granada que trabaja para la ONG que ayudó a la comunidad a arrancar con el albergue, Daniel. 

Llegados a Iquitos, Daniel y Linorio nos esperaban en el aeropuerto. En nuestro vuelo venía una pareja de turistas españoles con los que viajaríamos al emprendimiento. La dificultad de llegar a estos lugares tan remotos hace que sea más rentable transportarnos con los turistas y repartir los gastos del transporte. Una vez presentado todo el mundo, nos dejaron con un taxista de confianza al que habían capacitado para hacer un recorrido informativo sobre Iquitos muy interesante durante el viaje. 

Iquitos es una ciudad en plena Amazonía Peruana a la que sólo puede accederse por vía aérea o fluvial. De ella sólo sale una carretera que la une con la ciudad de Nauta, ciudad que a su vez sólo dispone de esa misma carretera como medio de comunicación terrestre. La ciudad tiene alrededor de medio millón de habitantes y está rodeada por tres ríos: el Itaya, el Nanay y el Amazonas. Mediante el Amazonas, Iquitos comunica con Manaos y Belén en su desembocadura, lo que la hace un punto importante de mercadeo dentro del Amazonas. 

La ciudad recibe su nombre de los nativos originarios, la tribu Ikito. Un grupo de religiosos jesuitas españoles se instaló en la zona por el siglo XVIII y construyó una iglesia para evangelizar a los nativos. Con el tiempo, más tribus de la zona peregrinaban a esa iglesia diciendo que iban donde los Ikitos o a Iquitos, quedándose finalmente con ese nombre. Como punto estratégico en el Amazonas, sobrevivió con los años como astillero para navíos mercantes y militares, pero la ciudad no creció realmente hasta que se descubrió el dinero que la selva podía dar, estableciéndose como ciudad importante en Sudamérica a finales del siglo XIX con el "boom del caucho". La popularización de las bicicletas y de los automóviles y la demanda de caucho para los neumáticos hizo que mucha gente inmigrara a Iquitos y se enriqueciera a gran velocidad. Este primer boom permitió la construcción de la mayoría de mansiones que se encuentran en el centro o en el malecón. Con azulejos traídas desde Castellón, se comenta que algunas personas incluso mandaban sus ropas a lavar a España. Incluso uno de los discípulos de Eiffel recibió el encargo de construir una casa en sus talleres de París toda de hierro, para instalarse en medio del Amazonas.


Mansión con azulejos valencianos

Casa de Fierro
Mansión en el Malecón
Pero como en todos los booms que el capitalismo nos ha ofrecido y nos ofrecerá, después de la fiesta viene la resaca (en España sabemos bien de eso...). Los neumáticos fueron cambiando los materiales y el caucho sustituyéndose por derivados del petróleo, dejando a Iquitos sin su única fuente de ingresos. El dinero se fue y con él todos los inquilinos que ya habían hecho dinero, dejando a la población local aislada, con el entorno arrasado y sin capacidad de producir ingresos. 

Hacia 1938 comienza el Boom del petroleo, que de nuevo permitiría a Iquitos mejorar su infraestructura y crecer mínimamente. Nuevos barrios se fueron creando a medida que nativos de la selva llegaban a la ciudad con la intención de ganarse la vida. Así fue como surgió el barrio de Belén, un barrio de asentamientos ilegales que se inunda con la crecida del Intaya. Este barrio con el tiempo ha ido consiguiendo acceso a la red eléctrica, aunque el tema del saneamiento sigue siendo una seria asignatura pendiente. Le llaman la "Venecia Amazónica" y más adelante hablaré de su mercado, uno de los más interesantes que he podido visitar. 

Panorámica de Belén


En la actualidad Iquitos es una ciudad caótica invadida de motos y mocarros, en la que apenas se ven coches. Los autobuses que recorren sus calles han sido adaptados a la humedad, cerca del 100% en varias temporadas del año, quitándoles la carrocería metálica y haciendola de madera, convirtiéndolos así en auténcias obras de artesanía. Ya sin petróleo ni caucho, la ciudad en la actualidad sobrevive a duras penas. Pese al exotismo de la selva, su aislamiento no anima a los turistas a visitarla. Sólo gente que de verdad quiere vivir una experiencia en la selva o que quiere probar remedios o drogas como la Ayahuasca termina visitándola, lo cual deja un grupo de turistas locos por las aves y otro grupo hippie buscando un viaje místico. En los últimos años y con el crecimiento de la clase media peruana, son más los peruanos que se animan a pasar tres o cuatro días en Iquitos. 

Autobuses adaptados de Iquitos



Motocarro típico


Se sigue extrayendo madera y en algunas zonas la caza y cría de animales exóticos es otra fuente de ingresos. Cada vez hay más conciencia de la necesidad de mantener el entorno, aunque todavía queda mucho por hacer ya que el dinero rápido y fácil embauca a cualquiera.

Pero volviendo al viaje, sabiendo que al día siguiente salíamos temprano hacia Nauta, la única ciudad con la que se comunica Iquitos por vía terrestre, y a sabiendas de que sería un día largo decidimos no salir mucho a explorar. Eso sí, cenamos un ceviche de pesacado de río bien rico, donde por cierto ofrecían vino valenciano, y luego nos tomamos un cocktail con licores de la selva en el Mushmuki, un bar muy típico que me habían recomendado desde Lima. 

Continuará...


domingo, 30 de agosto de 2015

Reanudamos desde la otra Punta: Capítulo Perú

Hola de nuevo!

Como siempre que recupero este blog me encuentro de aventura desde la otra punta, esta vez en el Perú. Tras el máster que realicé el año pasado he de realizar una parte práctica con la que genere un trabajo de fin de máster que me permita obtener finalmente el título. 

Aprovechando que Lili estaba trabajando por Perú intenté buscar oportunidades por aquí, ya que parecía un lugar tan bueno como cualquier otro para realizar la parte práctica. Tras enviar bastantes currículums que debieron quedarse en el limbo y alguno que generó cierto interés, empecé a asumir que quizá contaría con poquita financiación para venirme. Encontré un proyecto interesante que dirigía uno de los profesores del máster y pedí una beca que finalmente me concedieron. Así pues, en un tiempo récord compre el primer billete y me vine para Lima. 

En principio mi proyecto debía estar muy avanzado y yo prácticamente venía a hacer un poco de seguimiento, pero por suerte para mi (no tanto para mi tutor ni para el proyecto) lleva un retraso tremendo. Gracias a ese retraso voy poder involucrarme en cada una de las fases del mismo, empezando por la semana que viene en la que viajo a Iquitos a visitar el primer posible emplazamiento.

En cuanto a la vida en Lima, podría contar mucho pero luego hay quien se queja de que escribo demasiado. De momento dejo algo de información con la intención de ampliarla conforme conozca más el lugar.

Lima es una ciudad enorme, no sólo porque ronda los 8,5 millones de habitantes, sino porque tiene una extensión que parece que no termine nunca. Para haceros una idea me costó casi una hora llegar del aeropuerto a donde estuvimos la primera semana, y eso que eran las 6 de la mañana y no había tráfico. La ciudad se encuentra entre la coordillera Andina y la costa, en una antigua zona agrícola Inca que era fértil en el valle del río Rímac, pero en la actualidad se ha extendido hasta alcanzar la vertiente occidental de los Andes Centrales y ha ocupado partes de desierto costero que comienza en Piura al norte y continua por Ica y Nazca al sur hasta llegar a Chile. Esto hace que sea una ciudad con distintos desniveles, llegando a estar el distrito de Chosica a 950 msnm.


Costa de Lima hacia el norte

Costa de Lima hacia el sur

Montañas en el distrito de Rímac, detrás de la UNI

A nivel organizativo, Lima se divide en distritos, los cuales tienen sus propias alcaldías y se gestionan de manera autónoma en muchas asuntos. Pero lo peor de Lima es sin lugar a dudas el tráfico, que colapsa totalmente las avenidas principales de la ciudad. Para aliviarlo crearon dos medios de transporte masivos, el Metropolitano (una línea de autobús con su propio carril) y el Metro de Lima (un tranvía elevado). De momento solo he tenido el placer de disfrutar el Metropolitano y creo que habría información para una entrada entera. De momento os comento que por las mañanas cuando lo tomo para ir a la UNI, muchas veces no se abren ni las puertas porque la gente va tan apretada que no deja que se abran. Todo un espectáculo, que no le recomiendo a nadie sufrir.

Hay muchas cosas que destacan en Perú, pero si hay algo que destaque sobre todo lo demás es la gastronomía. La comida es muy elaborada, con sus propios platos y sus propias fusiones. A la gente le encanta comer y hablar de comida, y además es bastante asequible en la gran mayoría de restaurantes. 
Cerveza Cusqueña


Ceviche de pescado, Arroz con Conchas y Causa de Pulpo al Olivo
Pero volviendo al día a día, la primera semana nos quedamos en Barranco en casa de una amiga de Lili. Barranco es el barrio Bohemio de Lima, donde viven artistas y músicos. El ambiente es muy agradable y siempre hay algo que hacer, pero lo cierto es que los alquileres son un poco caros y está muy lejos de la UNI (encima sólo llego con el famoso Metropolitano).

Así que empezamos a buscar otras casas por otros distritos. Miraflores, Jesús María, Pueblo Libre... No había mucho que nos gustara. O eran pisos sin amueblar, o muy caros, o muy feos o las tres cosas. Así que para ganar un poco de tiempo miramos un "AirBnB" en el que poder estar una temporada y mirar sin preocuparnos demasiado. Encontramos uno bastante agradable en la Plaza Simón Bolívar, pleno centro de Pueblo Libre, cerca de la casa donde vivió el mismo Bolívar. La casa es una antigua casita colonial restaurada a la que le han añadido una habitación arriba que accede directamente a la terraza. Lo cierto es que el sitio es perfecto si no fuera porque el dueño vive abajo y usamos su cocina y su entrada para acceder a donde vivimos. Pero Pueblo Libre es un sitio bonito y tranquilo, con edificios bajitos, tienditas y tabernas donde tomar unos piscos. Hoy justo ha habido una boda multitudinaria con el alcalde de Pueblo Libre casando a 30 parejas.

Boda multitudinaria en la plaza Simón Bolivar

De la Universidad Nacional de Ingeniería (UNI) y del proyecto hablaré un poco más adelante. De la UNI decir que es una institución muy respetada en Perú y que cuando comentas que trabajas allí todo el mundo te mira como pensando que eres un cerebrito. Supongo que es un poco como nos veían a los ingenieros en España hace años, cuando aún teníamos opciones de hacer algo a nivel laboral.

El proyecto también da para una entrada completa. Es posible que en la siguiente lo explique en detalle, ya que escribiré después de las visitas a los emplazamientos propuestos. De momento decir que es en eco albergues ubicados en dos de los sitios más impresionantes de todo el Perú: la reserva natural Pacaya- Samiria en Loreto y el Parque Natural del Manu en Madre de Dios, Cuzco. Mañana mismo salgo para Iquitos a ver el primero y a la vuelta estaré casi haciendo la maleta para el siguiente, así que lo dejo aquí hasta dentro de dos semanas con más que contar.

jueves, 26 de septiembre de 2013

Segunda etapa Guyanesa

Un mes hace que ya que volví a Guyana. Es curioso lo rápido que se vuelve a la rutina y como cambia la percepción del tiempo cuando esa rutina nos vuelve a devorar.

Llegó agosto y el momento de despedirme de este país, pero una semana antes de que me fuera de vacaciones me ofrecieron quedarme hasta diciembre. Era relativamente previsible, ya que el proyecto termina en diciembre y no habían encontrado a nadie para sustituirme. 3 meses no parecían tanto tiempo y con eso hago ya casi un año trabajando en PNUD Guyana, lo cual sumado al hecho de que vería terminado el proyecto en el que llevo trabajando desde enero hacía el quedarse algo interesante.

Negociado el nuevo contrato y ya con los billetes de vuelta desde España (lo suyo costó encontrarlos) preparé la maleta para las vacaciones en Trinidad y Tobago.

No me extenderé mucho con las vacaciones y dejaré que algunas de las fotos hablen por si solas. Llegamos por la noche a Trinidad y bien temprano a la mañana siguiente tomamos el ferry a Tobago. Tobago es una isla un poco más pequeña que Barbados, pero a diferencia de ésta, mucho más montañosa. Dormimos en Bacolet, un pueblo a las afueras de la capital que tenía una playa preciosa cerca. Desde allí tomábamos un taxi o hacíamos autoestop hasta la capital, Scarborough, donde podíamos tomar autobuses a cualquier punto de la isla. Los autobuses por supuesto con horario caribeño, es decir, se supone que sale uno a cada hora pero no te fíes. En efecto, no te podías fíar y nos echamos algunas horas en la estación y en las paradas esperándolos...

Playa de Bacolet

Tomando un coco en Bacolet



En Tobago visitamos English Man Bay, que dicen es la segunda playa más bonita del Caribe y me lo creo perfectamente, Castara, las cascadas de Argyle, la playa de Bacolet y Fort George con el museo de historia de Tobago. Este museo es de lo más peculiar. En el ves artesanía, armas y artilugios de cocina de toda África, pero también vasijas y artefactos pertenecientes a los Carib y Arawaks, poblaciones indígenas de la isla que tras tantos años de colonialismo terminaron desapareciendo. Lo del colonialismo también es más que curioso. Por lo visto, media Europa conquistó esa isla en algún momento. Los primeros en colonizarlo fueron los franceses, a los que se la arrebataron ni más ni menos que... un ducado Letón!!! Tras el ducado de Curlandia, holandeses, españoles, suecos y finalmente ingleses dominaron la isla. Ésta cambió 31 veces de manos hasta que los ingleses obtuvieron su control en 1814.

Fort George
Entrada a English Man Bay
English Man Bay

Cascada de Argyle




La isla es impresionante, ya que los desniveles que tiene son muy enormes y en poca distancia alcanzas alturas considerables con unas vistas increíbles. Eso, unido a la amabilidad de la gente y el trato tan cercano que dan a todo el mundo hicieron que la experiencia en Tobago fuera más que gratificante.

De ahí volvimos a Trinidad. Esta isla ya es más grande y tiene mucho más que ver, pero yo solo tenía 4 días y Marco uno. Así que nada más llegar nos fuimos a la Bahía de Maracas, una de las más bonitas de la isla. La disfrutamos muchísimo ya que entre semana no va casi nadie. Comimos el típico Bake and Shark y nos volvimos para la ciudad.

Bahía de Maracas
Al día siguiente se iba Marco y me estaba haciendo a la idea de quedarme solo por la isla, pero por casualidad conocimos a Ana y Pau, unos hermanos catalanes que iban de camino a... Guyana!! Eran, casualidades de la vida, los sobrinos de Mireia, que ya nos acompañó a Kaieteur. Pasaban unos días por T&T y de ahí iban a Guyana. Con ellos vi el Templo en el Mar, la estatua de Hanuman, la bahía de Macqueripe, la bahía de las Cuevas y de nuevo la bahía de Maracas.

Bahía de Macqueripe  
Templo en el Mar

Estatua de Hanuman
Bahía de las Cuevas


Mi tiempo en Trinidad se agotó y tras un par de días en Guyana me dispuse a viajar a España por unos días. Estaba más que ilusionado con la visita y con poder ver a gente de nuevo, pero he de reconocer que terminó siendo un poco estresante... Volver en agosto y pretender ver a gente en Valencia fue, tal vez, demasiado ambicioso para mi. Pude ver a bastante gente y me quedé contento con el tiempo allí, aunque de alguna manera la perspectiva de tener que irme en unos días me hacía sentirme un poco desubicado. Esperemos que se solucione el día que vuelva para quedarme.

Ya hace un mes casi que volví a Guyana y las cosas aquí no han cambiado demasiado. De momento seguimos peleando todos los días porque el proyecto salga y, aunque muy despacito, las cosas van saliendo. Este país empieza a lo tonto a ser un poco mi segunda casa... ya he pasado aquí más meses de los que pasé en Finlandia y cada vez me encuentro más a gusto en sus calles.

Supongo que al final habrá que dar por buena el verso de John Lenon en Beautiful Boy, "life is what happens when you're busy making other plans" ¿Y a partir de diciembre?... ya habrá tiempo de preocuparse por eso!

sábado, 13 de julio de 2013

Kaieteur Falls

Los días 28, 29, 30 y 31 de marzo aprovechando que aún no habíamos entrado del todo en la temporada de lluvias decidimos hacer el viaje que todo el mundo te recomienda en Guyana, la cascada de Kaieteur.

Es curioso, porque todo el mundo en estos lares coincide y reconoce Kaieteur como la joya del país pero prácticamente casi ningún guyanés las ha visto más que en fotos. Como ya conté en otras entradas los desplazamientos son muy caros y eso sube el precio muchísimo, no permitiendo a los locales disfrutar del sitio más impresionante de su país.

Era un viaje que teníamos en mente desde que llegamos y llamamos a una agencia para informarnos. En un principio pedían US$ 800, pero tras regatear un poco terminó dejándolo en US$ 650. Incluso después del regateo el precio era prohibitivo, por lo que empezamos a pensar que igual no lo haríamos.

Pasaron las semanas y tomando una cerveza con amigos salió el tema de nuevo. Resulta que Andrew conocía a un hombre que montaba el viaje por su cuenta y sus tarifas eran bastante más baratas que las de las agencias. Parecía un poco arriesgado y aventurado, pero teniendo referencias y cobrándonos un precio que era asumible no podíamos rechazarlo. Le pedí el teléfono y esa misma semana le llamamos.

Como cuantos más fuéramos hasta un grupo de 6 más barato salía empezamos a mover cielo y tierra y a proponérselo a toda la gente que conocíamos. Finalmente una mujer española que habíamos conocido de casualidad en Phawah se apuntó y un compañero suyo de trabajo que también era español se apuntó con ella. Los dos trabajan para la Comisión Europea y pensamos que sería muy divertido hacer este viaje con ellos. Así que ya éramos 4 por lo que nos quedó en un precio asumible y nos decidimos.

Quedamos con el guía, Tony, dos semanas antes para pagarle. Nos reunimos con él en el jardín de casa y estuvimos hablando un rato con él. El tipo era bastante interesante. Había sido Toshao (jefe indígena) de una comunidad cercana a Kaieteur y se conocía la zona al dedillo. Estuvimos hablando un poco de la logística y nos dio algunos consejos para andar por la selva.

Así pues a las dos semanas, tal y como habíamos quedado, nos vimos tras el parlamento. Allí estaba Tony esperándonos con Jose y Mireia ya metidos en el bus. Esperamos hasta que se llenara de gente y empezamos el viaje. Muchas horas se nos venían encima de autobús.
Las carreteras nacionales del interior de Guyana

Las primeras horas no era tan incómodo...

El camino es el mismo que hacia Lethem, el pueblo fronterizo con Brasil, pero esta vez paramos en Mahdia. Ir a Lethem en autobús son unas 14h, así que nosotros nos pasamos unas 9 para hacer un poco más de la mitad del recorrido. Era gracioso como se iba enguarrando el autobús a medida que íbamos adentrándonos en el interior del país.
Primera parada en Linden para comprobar documentos. El bus estaba limpito.

Antes de cruzar el primer río de camino a Mahdia.

En el ferry que cruzaba el río camino a Mahdia.

Llegados a Mahdia, Tony nos había dicho que un coche nos esperaba, por lo que bajamos con la expectación de ver cuál era el todo terreno que nos iba a llevar hasta el río. Grande fue nuestra sorpresa cuando nos encontramos un pequeño turismo japonés de 5 plazas en el que nos metimos el conductor, su mujer, su hija pequeña, Tony, nosotros cuatro, las mochilas y la comida. Tuvimos suerte de que el camino era corto, aunque estaba lleno de baches. Tras un ratito a lo "¿Qué Apostamos?" llegamos al río donde la barca nos esperaba.
Camino al río

Preparándonos para el bote. Mireia llevaba su chubasquero, que no bolsa de basura.

El bote ya preparado


Sólo un par de horas de barca por el río nos separaban de la Amatok, la pequeña comunidad donde pasaríamos la primera noche.

El trayecto por el río empezó agradable y todo apuntaba a que disfrutaríamos de un bonito viaje en barca. De nuevo sentíamos esa sensación de navegar por ríos interminables rodeados en los bordes de espesa y verde vegetación a través de la cual no se veía nada. Estaba siendo un paseo de lo más placentero hasta que sin previo aviso unos nubarrones se posaron sobre nuestras cabezas y descargaron una cantidad indescriptible de agua. Nos empapamos de arriba a abajo, sin dejar ni un hueco de nuestra ropa seca... Tony se reía y decía que es la manera que tiene la Selva de limpiar a la gente que viene de la sucia ciudad...
Tony

Empapados llegamos por fin a Amatok. Las mismas amables nubes que nos habían recibido habían decidido pasar por el pequeño pueblo que recibe el nombre de la cascada que nos impidió seguir el viaje ese mismo día. Esas ambles lluvias habían dejado todo el pueblo hecho un barrizal, incluyendo la construcción en la que íbamos a dormir, que es digna de mostrar.
Amatok (tomada tras el aguacero)

Construcción donde colgamos las hamacas para pasar la noche
Amatok es un lugar tranquilo poblado por gente sencilla que por unas o por otras han optado por dedicarse a la minería. Nos quedamos alucinados cuando la cocinera nos enseñó con que le pagaban directamente los clientes; ¡pepitas de oro! Tras montar nuestras hamacas para dormir y ponernos un poco de ropa seca nos acercamos por la cantina para tomar unas cervezas y cenar. Allá una mujer muy amable nos cocinó esa noche y tras cenar un rico pescado del río Potaro, que habíamos navegado esa tarde, nos quedamos bebiendo un poquito de ron con Tony. Estuvimos hablando de muchísimas cosas y la conversación fue más que interesante. Tony tenía batallitas para aburrir y conocía muy bien las luchas que los pueblos indígenas en Guyana habían llevado a cabo para que se les reconocieran sus derechos. Te dabas cuenta por donde íbamos que todo el mundo le conocía y le respetaba. Tras chuparnos la botella entera y ya cansados pensando en el largo día que nos esperaba nos fuimos a nuestras hamacas a descansar.
Cervecita tras el largo viaje


La moneda habitual en Amatok

La conversación con Tony supuso nuestro primer contacto con las poblaciones indígenas de este país y lo acribillamos a preguntas. Nos contó algunas de las acciones que llevaron a cabo para conseguir que se reconociera la propiedad de las tierras de Kaieteur. Por lo visto, ya con el país emancipado, el principe Carlos de Inglaterra visitó Guyana y el Gobierno decidió enseñarle su joya natural, Kaieteur. Enteradas las comunidades de la zona se reunieron y se plantaron en la entrada con pancartas para que les escucharan y hacerse ver. Por lo que nos contó Tony un guardaespaldas del Príncipe se les acercó y les organizó un encuentro con él. Finalmente pudieron contarle la problemática que allí había con las tierras y por lo visto el Príncipe abogó por que las reconocieran como propiedad de los que las habían habitado durante siglos. Fue una lucha dura, pero a día de hoy, se ha avanzado mucho en este país con el reconocimiento de propiedad de las tierras. Es un tema muy controvertido por la cantidad de recursos minerales que se están descubriendo en esas tierras.

Así, tras una noche húmeda y fría (no hubo manera de que se secara la ropa), nos pusimos en marcha. Desayunamos mientras el conductor y Tony trasladaban la barca a la parte alta de las cataratas Amatok por tierra. Ya listos para salir José tuvo ocasión de pegarse un bañito con Tony en el río que más bien parecía de Coca-Cola. Ese color marronuzco que al principio nos parecía suciedad y contaminación se debe mayormente a la acidez formada de la descomposición orgánica principalmente de la madera. Marco me ha comentado que se llaman compuestos húmicos y yo he llegado a la conclusión de que debe ser el ingrediente secreto de la Coca-Cola.
El desayuno de los campeones

Remontando el Potaro de nuevo nos encontramos con un par de lugareños de Amatok conocidos de Tony. Estaban en una plataforma de lo más artesanal descansando mientras una bomba de agua removía el lecho del río en busca del valioso a la vez que inservible mineral. Esa es la escapatoria económica de mucha de la población indígena de Guyana, la cual les reporta bastantes beneficios. A lo largo del trayecto veríamos otras plataformas más grandes así como algunas excavaciones a cielo abierto, donde se había deforestado buena parte de selva. En las orillas se veían pequeñas cabañas o campamentos llenos de mineros trabajando.
Mineros buscando oro

Pero no todo lo que veíamos eran mineros removiendo tierra y ríos, también nos encontramos maravillas naturales. En algún momento pudimos ver de lejos las cataratas y empezar a salivar con lo que culminaría el viaje. Es curioso, conforme nos acercábamos a algunos rápidos o cascadas veíamos una espumilla extraña que parecía jabón. Tony nos explicó que era el agua agitada que caía de las cascadas o los rápidos. Conforme íbamos remontando el río veíamos cascadas a izquierda y derecha. El paisaje selvático y llano que dominaba la zona entre Mahdia y Amatok dejaba poco a poco paso a un paisaje igual de selvático pero montañoso. Una maravilla en la que apetecía perderse y por la que apetecía caminar.
Primera vista de Kaieteur

Cascada en las montañas que bordeaban el río

Mis deseos pronto se hicieron realidad y encontramos otra cascada que nos impedía seguir remontando el río y que marcaba el inicio de nuestra caminata. Dejamos la barca y aprovechamos para hacernos unas fotos (el sitio era impresionante), comer algo y beber un poco de agua antes de la caminata. Así pues nos pusimos en marcha con el sendero.
¡Desembarcamos por fin!

Bicho Palo trepando por Marco

La caminata no duró mucho más de 3 horas, pero tuvimos tiempo suficiente de que nos lloviera, de bañarnos en algún riachuelo, y de disfrutar de esos árboles milenarios y los pájaros en sus copas. Tony lo llevaba con mucho humor, lo cual ayudaba a todo el grupo. Tenía marcados 3 puntos claves a los que llamaba los "Oh my God" (Oh Dios mío) y que simbolizaban el inicio de una cuesta empinada. Cuando llegamos a la parte más alta de la caminata, la que nos mantendría ya a la misma altura que la cascada los gritos de los pájaros nos recibieron con excitación. Tomamos un poco de aire mientras Tony nos contaba más historias, una de ellas sobre una vez que llevó al hijo del Presidente a Kaieteur. El niño, que por lo visto era de todo menos humilde, se creía un gran explorador y se aventuró en el bosque solo dejándo atrás al resto del grupo pese a las advertencias de Tony y el otro guía. El angelito por lo visto se perdió y aprendió esa noche que pasó solo en la montaña una buena lección.
Afilando el machete para abrirnos paso

De camino a la cascada

Atravesando ríos de Cola


Ya en la parte alta de la montaña empezamos a oir agua caer, aún nos quedaban unos 45 minutos de camino así que podéis haceros una idea de la cantidad de agua que arrastra. El sonido se hacía más intenso conforme avanzábamos hasta que Tony nos sacó un poco del camino y nos metió por entre unas rocas. Una nube de vapor de agua nos humedecía la piel y cuando levantamos la vista allí estaba. Monstruosa en su belleza, 226m de caida libre de litros y litros de agua constante. Se hizo un silencio en el grupo y todos nos sentamos un rato a contemplarlas. Me esforzaría en describirlas, pero haciendo valer el dicho os dejo unas fotos que seguro valen más que las mil palabras más elocuentes que pueda tener en la cabeza.
Kaieteur falls

Todo el equipo

Allí embobados con el espectáculo que la madre Tierra nos brindaba estuvimos una media hora, hasta que Tony nos despertó del estado narcótico que aquella cantidad de agua fluyendo nos provocó. Había encontrado una "Golden Frog", las ranas enanas y venenosas que habitan cerca de la cascada y que suben por las tardes a disfrutar de la humedad provocada por la cascada. Al atardecer se produce un curioso efecto debido al cambio de temperatura. La diferencia de temperatura entre el aire y el agua hace que una gran masa de vapor de agua se levante y por algunos instantes la cascada desaparece como por arte de magia. Solo el estruendo de litros de agua cayendo confirma que no se ha ido y sigue allí.
Golden Frog

Golden Frog

Cascada desapareciendo

Como empezaba a atardecer Tony quiso que fuéramos al albergue a descargar y adecentarnos un poco. Ya en el albergue y tras un duchazo e instalar las hamacas Tony nos cocinó una cena que nos supo a gloria. Cenamos todos juntos con una pareja que trabajaba para el ministerio de Turismo. Estaban preparando el proyecto de un centro de visitantes en el sitio donde comenzamos a andar. Tenía buena pinta, ojalá salga adelante.

Tras cenar vino el ron, que esta noche fue acompañada de cierta hierba arómatica que Tony consiguió en Amatok y sacó de sorpresa. Cayó la botella de ron otra vez y eso nos soltó la lengua de nuevo. Tony tenía batallitas para todos los públicos y siguió con algunas de ellas muy divertidas e interesantes y por supuesto nuestras preguntas continuaron. Todo el grupo estaba muy cansado, pero Tony quería darse un baño en el río así que le acompañé a la cascada.

Aún no la había visto tan de cerca y llegar allí al borde de la cascada por la noche fue algo impresionante. A la luz de la luna el agua marrón casi no se distinguía más que por el ruido, lo cual hacía ese lugar aún más impresionante. Tony se dio el baño y nos quedamos allá un rato disfrutando de esa maravilla en la oscuridad.

La noche fue mejor que la anterior, menos humedad y más secos así que a la mañana siguiente nos levantamos con energías. Tony ya se había levantado y preparado desayuno. Es increíble como se recupera ese hombre de rápido. El plan para el día era que Tony cocinaría y nosotros tendríamos el día entero para disfrutar de la zona.

Y así hicimos. Cada uno por su cuenta nos dedicamos a explorar la cascada. Nada más acercarme al borde me vinieron a la cabeza las palabras de Alejandro de Humboldt cuando decía "El mundo está bien en aquellos lugares donde el ser humano no alcanza a turbarlo con sus miserias" Sin ninguna duda el explorador y naturalista tenía en mente un lugar virgen como este cuando escribía esas palabras. Lo que por la noche me había impresionado con sombras y sonidos a la luz del día te quitaba el haliento.

Es tan poco el rastro del ser humano en la cascada que no tiene ni vallas. Puedes pasearte, asomarte, trepar, bañarte. Hay que respetarla, pero puede ser disfrutada como el paraje casi virgen que es. Concretamente hay una roca que sobresale paralela a la cascada que permite tener una vista dominante e impresionante del valle, mirar como los pájaros se esconden tras la cascada o sencillamente disfrutar de la hipnotizante caida del agua.
Asomado a la roca
Río Potaro tras la cascada

La noche anterior Tony nos contó la leyenda que la población indígena de la zona tenía para las cascadas. Cuenta la leyenda que un hombre viejo navegando con su barca cayó por la cascada y que desde entonces su espíritu reside en la cascada. Hay una roca justo enfrente que vista con mucha imaginación y con la perspectiva adecuada se parece a un señor mayor y dicen es la imagen del viejo que cayó por las cascadas. Según Tony, Kaieteur significa eso mismo, la cascada del hombre viejo. Leyendas aparte se ve claramente el efecto de la erosión. Todo el valle es fruto de la erosión del río que sigue comiendo terreno. Según los geólogos en unos miles de años esa zona donde está el albergue y donde todos nos asomamos a ver las cascadas se la habra comido el río por la erosión y la cascada se ubicará unos metro río arriba.
Supuesta cara del Hombre Viejo

El día lo disfruté muchísimo. Mucho tiempo para pensar y disfrutar de la tranquilidad y la belleza que el lugar nos ofrecia. Ya por la noche nos acercamos a un pueblito cercano a comprar más ron como mandaba la tradición y disfrutar de la última noche.

El día siguiente nos despertamos y como el vuelo se retrasó tuvimos tiempo de disfrutar un rato más de la cascada y sacar algunas fotos de última hora. Finalmente nos acercamos al aeródromo y esperamos a que llegara nuestra avioneta, que más bien parecía una lata de sardinas.
Avioneta de vuelta

Volver en avioneta tuvo su encanto, pues la salida hacia Georgetown la hace por delante de la cascada y te da una perspectiva aérea impresionante. Fue una lástima tener que decirle adiós a un sitio tan mágico casi con la certeza que puede que nunca vuelvas a visitarlo.
Despedida

El vuelo fue de lo más interesante. Bajo nosotros todo era vegetación y agua al principio, hasta que te encontrabas de repente un agujero en la tierra. La cantidad de explotaciones mineras que nos encontramos era alarmante y lo peor de todo es que José nos comentó que el había ido en avioneta el año pasado y que en ese año se habían como triplicado el número de excavaciones que veía. Ojalá sepan gestionar bien los recursos naturales en este país y respeten ese bien tan preciado que tienen y que es la selva.
Minas

Por fin llegamos a Georgetown donde nos despedimos de Tony con la idea de hacer una cenita antes de irnos y volver a verle. Esperemos que nos de tiempo.